dijous, 19 de febrer del 2015

La economía palacial, la economía que no lo es y la casa del dios

Como vimos, la que pudiera ser la primera ciudad, Uruk, en realidad era una estructura compleja o protoestado, centrada en el templo y que acaba convirtiéndose en lo que denominamos Estado. La ciudad es en realidad, al menos inicialmente, un templo y todas aquellas personas y estructuras fisicas que se le agrupan para formar lo que sería la ciudad como tal. El templo será el primer núcleo de poder porque es sobre todo una estructura que acumula, procesa, intercambia y redistribuye cantidades importantes de excedente, aquel sobrante, en fuerza de trabajo y productos, que proviene de las aldeas que explotan el territorio mediante la agricultura y la ganadería.

A los mecanismos y prácticas de acumulación y gestión del excedente a partir de la organización que proporciona el templo, así como al sistema en sí, se le denomina comúnmente "economía palacial". La expresión es poco afortunada, pero de uso común. En primer lugar, porque solo puede ser economía si la entendemos con su sentido original de gestión del oikos, de la economía doméstica, en ningún modo con la acepción de economía como ahora la interpretamos. Tampoco sería descabellado porque, en cierto modo y por bastante tiempo, el templo era entendido, y probablemente gestionado, como si fuera una casa, como "la casa del dios". En segundo lugar, se dice y escribe palacial, aunque en la primera época, por ejemplo en los inicios de Uruk, no existe ningún palacio. En efecto, el palacio aparecerá más tarde, cuando surjan gobernantes de base civil y no estrictamente religiosa, es decir reyes o similares, no sacerdotes que es lo que se documenta originalmente en Sumeria.

Serán "economías palaciales" varias estructuras estatales en Mesopotamia y, ya desplazándonos hacia el Egeo y el entorno cultural griego, también los serán la civilización minoica (Creta) y micénica (la primera civilización de lengua griega que se ha documentado). Sin embargo, los textos puramente literarios que se refieren de alguna manera a esa época, básicamente los poemas homéricos, no describen ese tipo de estructuras, ni siquiera aluden a la escritura, un instrumento clave e imprescindible para la economía palacial que se inicia en el templo de Uruk. Sí se intuye el oikos y su funcionamiento en Homero, especialmente en la Odisea, como veremos.

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